Por útimo, después de realizar la mejora del trabajo colectivo, tuvimos que continuar trabajando en la propuesta individual, de forma que me centré en mi idea de los puntos de apoyo de mi pieza, de forma que en un tablero habría varios caminos de puntos de apoyo por los que tener que ir, con la condición de que la pieza tenía que estar apoyada al menos por un punto en el tablero. Es decir, con inspiración en la idea de dibujar una casa sin levantar el lápiz del papel, el juego consiste en mover la pieza, o rotándola o girándola sobre un punto, sin levantarla.
Lo construí primero sobre un papel y jugando con mi pieza, y después, lo formalicé con el ordenador.
Al llevarlo a la casa Velázquez, observamos que había gente que jugaba bien pero otra que no entendía bien o jugaba de otra manera, de modo que al volver a clase, cuando nos dijeron de mejorar las propuestas, introducimos el color en nuestras piezas y tablero de manera que fuese más intuitivo jugar. Cada pieza llevaría un color que también estaría en el tablero en todas las posibilidades de movimiento de la pieza.
Después de presentar los tableros individuales, nos propusieron formar grupos de colaboraciones para crear los trabajos para la Casa Velázquez juntando varias ideas. De modo que nos juntamos Mario Rojo, Daniel García, Elisa Rodríguez, Daniel Marquina y yo para llevar a cabo la idea de hacer un tablero con tres piezas en el que hubiese una serie de líneas y puntos que hacían referencia a puntos de apoyo y aristas de dichas piezas. Queríamos mantener un estilo sobrío en blanco y negro.
A partir de la pieza creada, nos propusieron crear un juego que tuviese relación con la pieza y que se compusiera de un tablero de juego por el que nos moviésemos y estableciésemos una serie de normas para poder jugar. Mi primera opción fue la siguiente. Establecí un tablero compuesto de 9 casillas con tres piezas de Oteiza para jugar. El objetivo consistía en encajar esas tres piezas en el tablero mediante la silueta que dejaban al apoyarse y sus respectivos puntos de apoyo con la norma de que esas tres piezas no podían estar alineadas. Con la ayuda de los profesores, llegamos a la conclusión de que debía seguir en mi idea de puntos de apoyo pero con un tablero más abierto en cuanto a su final.
Partiendo de esta pieza de Oteiza, elaboramos la nuestra propia en espuma floral, de manera que teníamos que estudiar las proporciones de esta y así poder dividirlo por módulos y poder formarla, la primera prueba fue esta: